Lo conocí en la universidad, en una de esas reuniones de tragos. Estudiaba derecho, pero también era “matutero” es que traía mercadería de contrabando desde la ciudad de Tacna y tenía dinero para mantener su vicio y de sus amigos. Le gustaba el pisco con gaseosa oscura, odiaba la cerveza, le gustaba el rock, odiaba la salsa.Tras 15 años después lo encontré en el centro de Arequipa, me llamó por mi nombre. No lo reconocí, solo le sonreí, tratando de recordar quién era.
-Sí que le hiciste. Eres todo un periodista. Te escucho en la radio y alguna vez recuerdo a verte visto en la tele-
Tuve que ser sincero y preguntarle que de donde nos conocíamos. No podía creerlo, aparentaba más edad, y estaba mucho más delgado de lo que era.
-El trago me cago. Pero ya me estoy recuperándome. Tuve que reconocer que soy alcohólico.
Ese fue el secreto, ese fue el principio para que Carlos deje de beber ya por 6 meses.
Y pienso que ese tiene que ser nuestro Génisis, el Alfa de fútbol peruano. Reconocer que el Perú como país es malo, decir que no somos buenos en el fútbol, que nos gusta el balompié sí, que somos fanáticos sí, pero que somos malos jugando este deporte.
Una vez que reconozcamos que somos malos en el fútbol, podremos entrar en terapia, podremos preguntarnos porque somos malos y tras esto plantear soluciones viables, y después buscar los entes adecuados para poder desarrollar y estos podría ser directivos, deportistas y periodistas y los tres hoy en día dejan mucho que desear, en los tres se cumple lo que decía José Manuel de los Reyes González de Prada: “Donde se pone el dedo, salta la pus”.
Nos han hecho creer que siempre fuimos buenos, nos hay hecho crecer con los escasos triunfos, pensando que eran eternos. Pero es hora de darnos cuenta, de chocar con la dolorosa realidad, que somos un país que le gusta mucho el fútbol pero que somos malos.
Quizás cuando aceptemos como país nuestra realidad en relación al fútbol, estemos listos para ingresar a una larga y dolorosa terapia.
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