lunes, 9 de octubre de 2017

El "Che" antes fue deportista



Amado y odiado por muchos, Ernesto Rafael Guevara de la Serna, el 'Ché', tenía una pasión que nunca dejó pese a estar en los momentos más difíciles de su existencia, el deporte. Dicen que conocer o practicar diferentes disciplinas deportivas te conlleva a conocer las diferentes realidades y comportamientos de una sociedad.
Ernesto Guevara de la Serna, antes de ser conocido mundialmente como el “Che”, era apodado el  “Chancho”. A él le gustaba practicar rugby, tenis, ciclismo, atletismo, ajedrez, golf, natación, boxeo, béisbol - y como todo argentino - el fútbol, incluso llegó a ser entrenador.
Y como si fuera poco, fue periodista deportivo.
“Querida Beatriz la sorpresa es que ya sé nadar, justo el día de tu cumpleaños aprendí a nadar, recibe besos de Ernestito”, narró de su puño y letra en una carta que escribió el 22 de enero de 1933, desde su Rosario natal. Tenía cuatro años de edad. 
Sí, Guevara La Serna, desde muy pequeño, aprendió dos cosas: a nadar y a escribir. Su mamá había sido una destacada nadadora. A los doce años tomó lecciones con el campeón argentino de estilo mariposa Carlos Espejo, y contra las disposiciones médicas (tenía asma)  y a escondidas de sus padres, se entrenaba mañana y tarde.
También aprendió el tenis y lo hizo cuando la familia se mudó a Córdoba capital y alquiló una casa pegada al Lawn Tennis de la ciudad.
Por su puesto, fue futbolista. En la ciudad de Alta Gracia (Córdoba) jugó de arquero, el asma le impedía hacer grandes esfuerzos físicos. Además, estando en el pórtico, tenía el inhalador a la mano. Junto a sus amigos llegó a fundar un club que bautizaron como “Aquí te Paramos el Carro”. Alguna vez llegó a jugar como un defensa o mediocampista no muy virtuoso, pero sí era un tenaz marcador que nunca daba por perdido un balón. Quizás de ahí nace su otro sobre nombre “Fúser”, furibundo Serna. 
Ya como el Comandante “Che” Guevara, lamentaba que en Cuba no se juegue el fútbol.
Como “Fúser”, en 1952 llegó a la ciudad de Leticia, a bordo de una balsa desde el  leprosorio San Pablo de Iquitos, Perú. Todos pensaban que eran jugadores de fútbol que llegaban a reforzar a el Independiente Sporting Club, que estaba en los últimos lugares. Fueron bien atendidos: comida, vivienda. Les cayó bien a Ernesto y su amigo Alberto Granados. Ellos solo aceptaron entrenar al equipo y de paso ganar algo de dinero.
“Al principio pensábamos entrenar para no hacer papelones, pero como eran muy malos, nos decidimos también a jugar, con el brillante resultado de que el equipo considerado más débil llegó al campeonato relámpago organizado. Fue finalista y perdió el desempate con penales. "Yo me atajé un penal que va a quedar para la historia de Leticia”, escribió Guevara La Serna en una carta que envió a su madre. Siempre se consideró hincha del Rosario Central y con orgullo solía decir “Soy canalla”.
Fue saltador con garrocha cuando estudiaba medicina en la universidad, donde saltó 2,80 metros en la I Olimpiada Universitaria de Argentina, en 1948. También recorrió parte de su país en bicicleta, tiempo después en motocicleta Sudamérica, donde conoció la realidad de todo el continente.
Otro de sus deportes favoritos fue el ajedrez, que lo aprendió desde pequeño y que lo jugó con mucha  frecuencia ya cuando era guerrillero. Cuando triunfó la revolución, en Cuba impulsa la práctica masiva del juego-ciencia, especialmente entre niños y jóvenes. En Cuba aprende y juega también al béisbol y golf.
Guevara de la Serna escribió en la revista  argentina Tackle sobre deporte con el seudónimo “Chancho”. En 1950 redactó su primer artículo sobre el ascenso del Atalaya en la Tercera División. 
Tiempo después, ya instalado en  México, durante los II Juegos Panamericanos de 1955, volvió a hacer periodismo deportivo. Allí  fue el encargado de coberturar los juegos para Agencia Latina, escribía y tomaba fotos. Por entonces, Ernesto estaba más cerca de hacer historia como revolucionario que de ser un buen cronista deportivo.

Proyectil” Bobadilla tuvo que bregar mucho para ganar a Joel Quispe de Chincha


Christian José Ticona Bobadilla es arequipeño, tiene 25 años de edad, hace dos años y medio es miembro de la Policía Nacional de Perú y hace 8 años es boxeador. Cuando Christian tenía 10 años viajó a la tierra de sus ancestros: Chumbivilcas, y allí pudo observar la famosa fiesta del Takanakuy. Desde entonces supo que lo suyo era el cambate, las peleas y que por su venas - aparte de correr sangre volcánica - también corría la sangre agerrida y combativa de los qorilazos.
La noche del sábado pasado no le fue fácil a Christian ,“Proyectil” Bobadilla como lo conocen en el mundo de boxeo. Tuvo que sacar esa garra que tiene un policía del Perú para vencer al chinchano Joel Quispe, de amplia experiencia.
“Sin duda que fue una buena pelea. Combate como estos nos ayuda a mejorar, a corregir errores y estar pulidos para el objetivo final que es el Campeonato Nacional que se desarrollará en noviembre”. En el primer raund Quispe se mostró más resuelto, con mejor vocación ofensiva, buenos ganchos y golpes cruzados. 
El boxeador mistiano reaccionó, sabía que no podía defraudar al público que llegó hasta la Bombonera del estadio Melgar, entre ellos al general de la Policía Nacional, Walter Ortiz Acosta, y a varios de su colegas damas y varones. 
“El proyectil” Bobadilla se fajó bien y en base a buena técnica y mucha garra supo manejar el combate y ganarlo, aunque por decisión dividida de los jueces.
“Estoy contento. El triunfo se lo quiero dedicar a mi familia a mi institución y a mi general Ortiz que me apoyaron”, declaraba orgulloso mostrando un polo que tenía la inscripción: “Mi Corazón es la Policía”.
La jornada pugilistica entre Arequipa y Chincha, fue  organizada por el Club Valero Boxing Club de Arequipa, cuyo promotor es Juan Carlos Valero Huamán. El combate entre el caymeño Camilo Jara  y Félix EchevarrÍa no se desarrolló porque el chinchano no llegó por motivos de estudios; mientras que Jessica Arce Cahuana de 14 años de edad y 50 kilos de peso  empató con Ana Condori de 20 años de edad y 53 kilos, según los organizadores la pelea tuvo caracter de exhibición.
Finalmente, en un buen combate, José “El ronco” Quispesivana, noqueó en el segundo asalto a Augusto Bernaola.

Un adiós entre entre lágrimas y euforia




Juan Reynoso tomó el micrófono y de pronto se escuchó como desde la tribuna del estadio Melgar coreaban su nombre: "¡Reynoso, Reynoso, Reynoso..!"
Suspiró, se mordió lo labios, y saludó: "No sé si merezca todo esto. Todos estamos emocionados con los sentimientos a flor de piel. Los buenos años que he vivido aquí en Arequipa hacen que la despedida sea muy dura. Agradecer al pueblo arequipeño el cariño y la hospitalidad y es algo que no he vivido en ningún lado, ni en Lima. Y eso se lo voy a contar a mis hijos". Reynoso no pudo terminar su discurso. "Me llevó a Arequipa en el corazón y ojalá pueda volver". Y se quebró, buscó el abrazo amical y con suelo de José Suarez. Juntos lloraron.
También, en la tribuna varios hinchas mostraban esa pena, ese sentimiento de agradecimiento con  lágrimas.  Reynoso salió ovacionado del estadio y a las 17:00 horas un avión lo trasladaba a Lima y luego a México.  Así se fue un grande del FBC Melgar.

Ni dios ni villano, solo Humano



Alguna vez Juan Máximo Reynoso Guzmán había declarado: “La gente no me conoce, tampoco soy muy abierto. En el fútbol de hoy todos tratan de ser simpáticos y en ese sentido yo soy la oveja negra. No me gusta hablar porque luego interpretan mal las cosas”.
Sin duda, para la mayoría de periodistas que habitualmente cubren las prácticas y partidos del FBC Melgar desde el 2014, Reynoso es antipático y en algunas oportunidades esa actitud lindó hasta con la malcriadez o falta de respeto.
Para muchos hinchas del fútbol  “El fin justifica los medios”, frase que en  si perteneció a  Napoleón Bonaparte y no a Nicolás Maquiavelo. Cuando Reynoso llegó a Melgar en 2014  prometió que el equipo iba ser protagonista y clasificar a un torneo internacional, y lo hizo. 
Para el centenario, sostuvo que iban a luchar para ser campeones y lo cumplió. También sostenía que el club debería manejarse con mayor responsabilidad y mejorar el trabajo con menores y están en ese proceso.
Pero Reynoso es antipático. Pero Reynoso no hizo buena campaña en las dos  Libertadores a la que clasificó. Pero Reynoso no se llevó bien con algunos jugadores. Pero Reynoso no supo contratar a buenos elementos. Pero Reynoso cansó con su rotación.
Para algunos, Reynoso no tuvo un buen paso por FBC Melgar pese a los resultados que mostró,  para otros Reynoso es un dios.
Yo pienso que Juan Reynoso es un técnico que tiene aciertos y falencias. No conocí al extécnico de Melgar más allá de las prácticas o los partidos. Entonces me llevo una percepción, que es antipático, pero que es un profesional en todo el sentido de la palabra. Él llegó a Melgar con unos objetivos y en gran parte los ha cumplido, él no llegó para ser simpático o el “patita” buena onda. Sus allegados sostienen que es una buena persona, un tipazo, un hombre que le gusta cumplir con la  palabra empeñada. Pero hay hechos que ante nosotros, los periodistas (no a todos), no lo demostró.
Quizás aceptó ser asistente técnico para emular a un tigre que da un paso atrás antes de dar el gran zarpaso en su carrera deportiva. Quizás está mostrando su lado más humano: sacrificar su sueños de realización como profesional para estár más cerca de las personas que más ama, su familia. 
Pero en fin, se fue un hombre que ha hecho historia en FBC Melgar. Se fue un hombre que ha tallado en la memoria y en el corazón, no del hincha, sino del arequipeño que nació o se hizo mistiano aquí, se fue quien en el Centenario de Melgar fue campeón, entrando en ese selecto grupo que se pueden jactar que en una conmemoración tan especial fueron los mejores. En América son pocos: Boca Juniors, Deportivo Guadalajara (Las Chivas), Alianza Lima, Cerro Porteño y FBC Melgar.
Hasta siempre señor Reynoso y gracias por todo y por nada. Usted sabe, esto es cosa del fútbol.

Soy periodista y me gusta serlo y pienso que: En esta vida hay de todo, periodistas que dicen que no se casan con nadie, pero que se acuestan con cualquiera, lastima que sea impotente.