La historia de la novena etapa, segunda de los Pirineos, es
la narración de un héroe caído y de dos tiranos eslovenos. La historia de Marc
Hirschi, campeón del mundo sub-23 en 2017, que rodó 89 kilómetros en solitario,
pero no pudo rematar con éxito la galopada en Laruns porque en su camino se
cruzaron otros intereses. Los candidatos al Tour. El suizo peleó hasta el
último golpe de riñón, pero se topó con la celebración del Día Nacional de
Eslovenia. Tadej Pogacar, el aspirante, el mayor atacante de este Tour de
Francia, obtuvo la victoria, y Primoz Roglic, segundo, se enfundó por fin el
maillot amarillo. En esa pelea entró también Egan Bernal, que aguanta el tipo,
y Mikel Landa, que maldice en cada pedalada sus pérdidas en el abanico del
viernes.
La etapa salió a latigazos, con múltiples intentonas de fuga
que no obtenían el beneplácito del pelotón. Así rodaron durante una sesentena
de kilómetros, a un promedio cósmico de 48,2 km/h en la primera hora. Hasta la
subida al Hourcère no se produjo la escapada, más por la selección del propio
puerto, 11,1 km al 8,8%, y por la calidad de los fugados, que por el visto
bueno del rodillo del Jumbo. Sólo Marc Hirschi aguantó el pulso al grupo. El
suizo ya había mostrado su clase en la segunda etapa, cuando respondió al
ataque de Alaphilippe, y este domingo se marcó una espectacular contrarreloj en
solitario por la ruta pirenaica. Brutal.
Thibaut Pinot, hundido el día anterior, se implicó en esos
últimos cañonazos en el puerto de primera. Una lección de orgullo. Pero su
cuerpo no está para fiestas y tuvo que desistir. La imagen de un aspirante al
Tour descolgado, un hombre que ha sido podio en París, ya sin compañeros a su
alrededor, definía perfectamente la soledad del ciclista. Igual que la
conmovedora estampa de Fabio Aru, ganador de la Vuelta a España, uno de los
pocos corredores en activo que ha vestido el maillot de líder de las tres
grandes, un club al que se unió Roglic en esta etapa. El sardo se rezagó en los
primeros lances del día, cuando empezó el polvorín, y rodó durante muchos
kilómetros con el coche escoba en el cogote, hasta que, a falta de 80, decidió
poner fin al sufrimiento.
Mientras ambos penaban, y Hirschi se exhibía, los gallos se
reservaban para el Marie Blanque, el punto caliente de la etapa, 7,7 km al
8,6%, las rampas de la Quebrantahuesos y de tantos capítulos legendarios del
Tour. El Jumbo mantuvo el barco a toda popa, hasta que Pogacar lanzó un ataque anunciado. Ya había
sido el más fuerte en la primera traca de los Pirineos y quería exprimir su
óptima pedalada en esta segunda. A rueda del esloveno saltó su compatriota
Roglic, conocedor de quiénes son los principales enemigos. Junto a ambos:
Bernal, Landa y Porte, quien luego se descolgó en la bajada. Un quinteto
formado por los dos grandes favoritos en las apuestas iniciales y por los tres
corredores que naufragaron el viernes en un abanico. ¡Cómo duele el viento!
Roglic esprintó en la cima, con la idea de tirarse en el
descenso, pero hizo el afilador con Pogacar, que conservó el equilibrio de milagro,
y entre el susto y las disculpas, ralentizó la iniciativa. La bajada fue
trepidante. Hirschi, agónico, para exprimir su pequeña ventaja en busca de la
gloria en Laruns. Pura angustia. Pogacar, Roglic, Landa y Bernal, para
distanciar a otros rivales de la general. Bardet, Quintana, Mollema, Martin,
Porte y Urán, para mantener sus opciones de futuro. Ciclismo del bueno.
Hirschi se resignó a su suerte y prefirió dejarse cazar para
reservar la última bala. Se colocó detrás, intentó sorprender, tomó cierta
ventaja... Pero este domingo tocaba la historia de un héroe abatido y de un
festival esloveno. Pogacar ganó la etapa
y Roglic, segundo, se enfundó el maillot amarillo. Ya era líder en la sombra,
ahora también tiene la prenda. Landa cruzó quinto. Está fuerte. Ya es décimo, a
1:42. Malditos abanicos. Los perseguidores llegaron a once segundos. La
igualdad continúa, con los ocho primeros de la general en un minuto.
Este lunes es día de descanso, con una amenaza más
preocupante que los grandes puertos, los PCR de detección del virus. Este año
hay un nuevo enemigo que también elimina a ciclistas del Tour. Crucemos los
dedos.
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