Se corrió la XXIX Edición de la
Maratón Virgen de la Candelaria, que organiza la Municipalidad
Distrital de Cayma; esta competencia para el 2015 cumplirá tres
dédecadas. Ahora bien, ¿algún día esta competencia podrá ser
grande en Sudamérica o en el mundo? ¿Llegará el momento en que
compitan grandes maratonista de la órbita mundial? Pues tengo la
impresión de que eso nunca pasará.
Primero está la fecha en que se corre
esta competencia. Una de las últimas maratones de prestigio y
atractiva es la que se desarrolla en Brasil, la San Silvestre, en el
último día del año. Después de esta carrera los maratonistas
entran en un corto periodo de vacaciones y después inician sus
trabajos de base, lo que en el fútbol sería la pretemporada;
entonces, cuando se programa la Maratón de Cayma, los encuentra
fuera de ritmo de competencia.
Segundo es la altura y la geografía.
El distrito de Cayma está ubicado más allá de los 2.300 metros
sobre el nivel del mar, si bien es cierto que esta altitud es buena
para una preparación, no lo es para competencia de largo aliento y
sobre todo de 42 kilómetros. A esto se suma que el recorrido, el
circuito que se diseñó, tiene un alto porcentaje de cuesta arriba.
Ayer la misma Gladys Tejada se quejaba de que las subidas no sean muy
exageradas; tengo entendido que la Federación Internacional de
Atletismo -IAAF sus siglas en inglés- (lo que sería la FIFA en el
fútbol) recomienda que un 70% del recorrido tiene que ser plano para
que pueda ser homologado.
Por último, desde que se creó esta
competencia, en el ya lejano 1986, nunca ha tenido un circuito
definido cuando era de 42 kilómetros o cuando era de 21 km.
Siempre han realizado cambios, cada alcalde que llegaba al distrito
caymeño nombraba a una persona o grupo de personas con mayor o menor
experiencia y diseñaban el circuito, cosa que para la órbita de
élite no es bien visto, le quita seriedad. No se puede hablar de
un récord de esta prueba porque no garantiza que el circuito será
permanente.
Por ahora es una utopía pensar que
nuestra maratón algún día llegará a ser como las de Londres,
Berlín, Nueva York, Chicago, Estocolmo, París, Atenas o Tokio.
Se tiene que trabajar para ser grandes,
es hora de que se planifique para que en un determinado tiempo esta
maratón sea atractiva, no solo en el aspecto económico, sino en el
aspecto deportivo, que los deportistas del extranjero puedan llegar
aquí buscando alguna marca para poder clasificar por qué no a una
olimpiada, pero hay que trabajar pensando en el bienestar de la
prueba en sí y, claro está, de los deportistas, de una vez por
todas debe dejarse de lado el interés particular o el cálculo
político.
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