Hace varios años atrás, por esas cosas de la vida, un presidente del IPD Arequipa tuvo la dicha de conseguir una cita con el máximo jefe de Southern Copper, la idea era exponer todo lo que se necesitaba para el desarrollo deportivo de la región. Este presidente se presentó y expuso una relación de lo que se tenía que hacer. Cuando terminó de hablar la autoridad deportiva, el alto funcionario de la minera le preguntó sobre los proyectos, costos, documentación, línea de trabajo. La respuesta fue “Se lo hacemos llegar”. Ahí quedó todo.
El santo francés Bernardo de Claraval, en el medioevo, acuñó
la frase: “El camino al infierno está lleno de buenas voluntades o deseos». Y
esa parece ser la historia del Instituto Peruano del Deporte en Arequipa, y sin
herir susceptibilidades, en su mayoría los presidentes que llegaron a dirigirlo
terminaron mal, es cuestión de hacer memoria y entrar a los archivos de
Transparencia y leer las resoluciones, pocas pero muy pocas son las
excepciones.
Por todo lo que ha sucedido en los últimos 20 años, los
hechos han demostrado que no solo basta conocer el desarrollo del deporte de
alto nivel, haber sido deportista destacado o tener experiencia en la
administración deportiva. A mi juicio,
también se tiene que tener un alto concepto y grado de honestidad. Esa honestidad
incluso en reconocer que hay cosas que no se sabe pero que se tiene el deseo
de hacerlo y en consecuencia de rodearse de personas adecuadas.
Hay mucho por hacer en el IPD. Pero creo que dos temas son
ahora la prioridad. Primero contar con el personal adecuado en todo el sentido
de la palabra, gente que conozca de políticas y administración deportiva y
sobre todo que estén bien remunerados. No es posible que a un técnico
capacitado se le ofrezca ganar el sueldo mínimo que es 930 soles, mientras que
por ese mismo cargo en Lima ganan más allá de los 3 mil soles.
Otro aspecto es tener un plan de trabajo, donde se especifique
al detalle cuál va ser el desarrollo en el deporte recreativo y afiliado,
exponer qué y cómo se va hacer y que se especifique las fuentes de financiamiento,
un tema fundamental, y no solo esperar que Lima mande de las migajas
económicas.
La máxima autoridad deportiva tiene que ser alguien que
tenga el alto grado de sentir el bien común, que pueda desarrollar gestiones al
mil por ciento, trabajar en alianzas estratégicas acordes a nuestra realidad
con el gobierno regional, municipalidades provinciales y distritales.
Juan Manuel Guillén Benavides fue presidente regional en dos
periodos. Cuenta que en una reunión se estaba elaborando el presupuesto anual,
cuando alguien preguntó cuánto iba ser destinado al deporte. La autoridad
regional miró y preguntó: ¿Cuál deporte? Y le respondieron que cuánto se iba
entregar al IPD. Guillén, entre broma y en serio, dijo algo así: “IPD, ¿Qué es
eso? Aquí nunca, nadie de ese organismo vino a verme para hablar del tema”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario