Por: Roberto Rodríguez P.
Sonó el pitazo final de Diego Haro y el director técnico de FBC Melgar, Juan Reynoso, se dirigió a la mitad de la cancha. Llamó y reunió a sus guerreros rojinegros para arengarlos y felicitarlos. Ya con los brazos en alto, el DT rojinegro se iba retirando del campo de batalla, ya no entre pifias e insultos, sino en una lluvia de aplausos desde las graderías del estadio de la Unsa.
Y es que Reynoso, desde la zona técnica, vivió la semifinal a su peculiar estilo. Movía los brazos para dar indicaciones a sus pupilos, aplaudía a sus dirigidos, reclamó a los jueces de línea, se dio el lujo de tocar de taco y zurda la redondita hasta alcanzarle la botella de agua a Hernán Hinostroza.
El DT también vivió su hora de angustia y bronca cuando Manicero y Andy Polo pusieron en ventaja a los cremas, y peor cuando Cuesta erró un penal. Miró al cielo, no podía creer lo que pasaba. Pero tras el gol de Omar Fernández, a través de gestos, pedía mesura a su equipo; y estirando los brazos, festejó a lo grande el tanto del empate de Alexis Arias.
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