jueves, 12 de enero de 2017

Hilden Salas pudo hacer realidad su sueño de niño


Hilden  Salas Castillo tiene 36 años de edad. Desde muy niño, le pegaba al balón con gran destreza; y mientras lo hacía, soñaba que algún día se convertiría en un reconocido futbolista profesional. 
Nació en Arequipa, en el barrio de la Chirisuya, un sector medio movido y picante  del distrito de Miraflores. Desde pequeño, se las ingeniaba – en algunas oportunidades, con la complicidad de su mamá-  para escaparse del colegio e ir a jugar fulbito con sus amigos. Y es que a Hilden nada lo hacía más feliz que jugar a la pelota.
A los 16 años de edad fichó por  el Atlético Tingo María, en la liga miraflorina, equipo con el que logró ser campeón; y gracias a su buena participación, reforzó al Real Academia para participar en la Copa Perú. El “Pato” ya mostraba condiciones para sobresalir.
Fue  Mario Villavicencio quien le propone integrarse al equipo sub-18 del Atlético Universidad. Hilden Salas, sin pensarlo mucho, acepta esta nueva experiencia. No bastó mucho tiempo para que sea promovido al primer equipo. Jugó por dos años con el Atlético, destacando plenamente y haciendo cada vez más posible el sueño de llegar al fútbol profesional.
Hilden es un hincha acérrimo del FBC  Melgar. Cuenta que iba al estadio a ver jugar al equipo y que, cada vez que lo hacía, se imaginaba vistiendo la camiseta rojinegra.
Tras su buen desempeño con el Atlético Universidad, es llamado para reforzar al Bolito de Tacna, en la  Copa Perú. Y se consagra campeón con el equipo tacneño, cumpliendo el sueño de llegar al fútbol profesional.
Hilden había realizado  uno de  sus sueños: ser futbolista profesional. Pero tenía otro: vestir la camiseta rojinegra del FBC Melgar. Y eso pasó en el 2002.
“Cuando yo jugaba por el Bolito, ya tenía conversaciones con el FBC Melgar; los directivos estaban interesados en mí. Fue el señor Samuel Zevallos quien se contactó. Antes de que salga campeón con el Bolito, yo ya tenía un precontrato”. Confiesa Salas.
En el 2002 se concreta su incorporación al equipo de sus amores, el FBC Melgar. En ese mismo año, ante la lesión del camanejo Marco Valencia, Luis “Puchito” Flores, en ese entonces entrenador del equipo "dominó", le da la oportunidad de debutar ante Alianza Lima. Desde entonces, la historia del “Pato” en tienda rojinegra es conocida. Además  vistió la camiseta de la selección peruana en la Copa Kirín, en el 2005.
Hoy, en la tranquilidad de su hogar y en compañía de su esposa e hijos, Hilden disfruta de sus vacaciones y se atreve a contarnos un poco más de su vida y de sus proyectos.
Aún no tiene nada definido para este año. Por lo pronto, se dedica a descansar y a pasar el mayor tiempo posible con su familia. Se declara hogareño y detallista. Y aunque muchos lo tildan de pisado, el “Pato”, con el “barrio” que le caracteriza, asegura no darle importancia a lo que se dice. Es más, confiesa que si no hubiese sido por su esposa, quizás su destino hubiera sido otro, y no precisamente lleno de alegrías y comodidades.
“Todo lo que soy y he conseguido es gracias a mi esposa, ella me supo aconsejar. Cuando yo estaba en lo mejor de mi carrera,  empecé a “pisar huevos”; y  fue ella quien me hizo “pisar tierra”. Ella lo es todo para mí, me dio dos hermosos hijos. Ella es la que manda en la casa. Ah, pero eso sí, de la puerta para fuera el que manda soy yo”, comenta Salas Castillo.
Recuerda y evoca los mejores momentos y anécdotas con la camiseta rojinegra. Cuenta que los directivos le ofrecieron mudarse a vivir al distrito de  Yanahuara en más de una oportunidad. Sin embargo, el “Pato” no aceptó. “Pensaban que aquí, en mi barrio (La Chirisuya), me iba a malograr. Mi hermano, el que quiere malograrse, se malogra donde sea. Yo soy feliz acá y nunca he tenido problemas extradeportivos”, cuenta Hilden.
El “Pato” cuenta haber  dado todo por la camiseta rojinegra. Se siente orgulloso de ser uno de los jugadores más recordados y queridos por la hinchada. Su mayor logro, y por el que se siente tranquilo y conforme, es haber llevado al equipo rojinegro a un torneo internacional (Sudamericana) luego de muchos años. Hilden guarda la esperanza de volver al equipo de sus amores y, por qué no, retirarse del fútbol vestido de "dominó", y hasta tener un partido de despedida. 
“Tengo 36 años y pienso jugar un par de años más. Hay “Pato” para rato. Me gustaría jugar por Melgar”, confiesa  algo nostálgico.
Se habló mucho de su retorno antes de tiempo del fútbol de Polonia. Se dijo muchas cosas. Como que no pasó las pruebas, que no podía vivir sin su familia y muchas cosas más. Sobre esto, el “Pato” cuenta su verdad.
“Se habló demasiado de mi regreso tan rápido de Polonia. Entrenaba normal, había pasado las pruebas y todo. Pero, aunque muchos no me creían, mi viejita estaba mal de salud. Necesitaba de mí. Recuerdo que vine de Polonia por unos días a ver a mi familia; y a pocos días de regresar a Polonia, mi viejita fallece. Fue un golpe muy duro para mí. Yo tenía mi pasaje de retorno a Polonia, pero, ante la partida de mi mamá, decidí quedarme.”  
Algo más suelto, el “Pato” confiesa que le gusta la música, en especial la salsa dura, la cumbia y la chicha. Asegura no haber llevado una mala vida durante su carrera como futbolista.
También cuenta que no le gusta para nada la cocina, no sabe cocinar; pero sí le llama la atención los postres, algo que su esposa sabe hacer muy bien. Es más, piensa estudiar algo sobre repostería y así ayudar a su esposa.
Así es el “Pato” en la intimidad: hogareño, detallista.
“Cuando estoy acá (en Arequipa), no me gusta salir; más lo paso en casa, con mi esposa, mis hijos. Sí salgo con mi familia. A ellos los “cargo” para todo lado. Los domingos vamos a misa. Antes no lo hacía, pero ahora, gracias mi esposa, voy.”. 
Hilden sabe que el fútbol no es para siempre, es por ello que piensa estudiar para ser técnico, poner más adelante una escuela de fútbol con su nombre. Y por si esto fuera poco, quiere volver a incursionar en la política (ya fue regidor del distrito de Miraflores).
“Pienso que, desde la política, se puede ayudar. Quizás ser alcalde de mi distrito”, sostiene Salas.
Así es el Hilden Salas, un chico de barrio que aprendió a madurar, ser un padre ejemplar para sus hijos y un buen esposo. Espera tener un hijo más.

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Soy periodista y me gusta serlo y pienso que: En esta vida hay de todo, periodistas que dicen que no se casan con nadie, pero que se acuestan con cualquiera, lastima que sea impotente.