sábado, 8 de marzo de 2014

El negocio de las academias


Javier tiene 16 años. Cuando tenía 10 años de edad, su padre lo inscribió en una academia de fútbol, con el sueño de que algún día su pequeño pueda triunfar en el balompié y ganar mucho dinero. Hoy el buen "Javi" tiene la oportunidad de jugar en la Primera División amateur en un equipo de un distrito alejado, pero no lo puede hacer, porque la academia en la que aprendió a jugar fútbol, donde según esa academia lo formaron, lo inscribió hace años atrás en un torneo federativo (entiéndase que es organizado por la Federación Peruana de Fútbol), en consecuencia, Javier hoy está registrado como jugador federado, es decir, hoy él es parte de este sistema; en otras palabras, Javier ya tiene una carta pase, que en buen cristiano él ya tiene un dueño, alguien que le puede decir dónde y por quién jugar.
Ahí radica el negocio de las academias, tener a los niños por años y cuando ellos quieren dejar el nido, volar y, como todo adolescente, comenzar a luchar por hacer realidad su sueño de llegar a ser grande, el maldito pase se lo impide.
Hoy al buen Javier le están pidiendo que pague 450 soles para que le den su carta pase, para que pueda emanciparse, ser libre, de escoger el equipo que mejor le parezca dónde jugar, dónde continuar soñando, dónde seguir haciendo deporte.
El papá de Javier hoy no puede pagar ese monto, y el equipo que lo pretende en este 2014 tampoco. El adolescente a estas alturas está resignado a no jugar, está con toda la bronca que no prefiere saber nada del deporte.
Lo curioso es que Javier nunca jugó por el equipo titular de su academia, pero sí estaba inscrito como todos los niños de su época. Esos pequeños no tuvieron el privilegio de saltar al campo de juego porque según su entrenador, formador, orientador de esa época, "Javi" y los demás no eran buenos, que había otros mejores que ellos y que tenían que ganarse el titularato entrenando, es decir, seguir yendo a la academia y sobre todo pagar puntalmente la pensión.

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Soy periodista y me gusta serlo y pienso que: En esta vida hay de todo, periodistas que dicen que no se casan con nadie, pero que se acuestan con cualquiera, lastima que sea impotente.