El cariño, la simpatía o el amor por un equipo prácticamente nace cuando se es pequeño y uno de los cómplices para llegar a ese extraño pero sublime sentimiento es papá. Es el padre, casi siempre, es el que lleva a sus hijos al estadio. Los pequeños disfrutan viendo, felices, al equipo de papá, que será el suyo después.
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