Por: Juan Pablo Olivares Miranda
Paúl Fuentes Pérez tenía temperamento, técnica, habilidad y fuerza. Condiciones más que suficientes para sobresalir en el fútbol; es por ello que en el año 1991 llega al FBC Melgar.
“Jugar por Melgar es algo hermoso. No cualquiera viste la camiseta rojinegra”, asegura orgulloso Fuentes.
Gustavo Merino, en ese entonces técnico del equipo rojinegro, le da la oportunidad de jugar un partido de práctica, oportunidad que no la desaprovechó. Algunas semanas de entrenamiento y Fuentes Pérez estampó su firma en el que sería su primer contrato con el FBC Melgar.
Sin embargo, el camino al éxito y el sueño de convertirse en uno de los mejores jugadores del fútbol peruano se vio frustrado por el alcohol, mujeres y un serio problema con la ludopatía. Paúl era adicto a jugar en los casinos.
“Me gastaba todo mi sueldo y no solo eso, incluso derrochaba las “primas” que me daba el Melgar. Cuando viajaba a Lima perdí todo mi dinero en las máquinas. El casino me lo quitó todo”, recuerda Fuentes y su rostro denota pena.
El camino hacia el éxito parecía empezar para el jugador. Sin embargo, cuando más ganas le puso para hacerse de un lugar en el equipo titular, Merino deja de ser técnico el club y en su remplazo llega el argentino Di Plácido, quien le baja el dedo, porque prefería trabajar con experimentados y no con jóvenes y es prestado al Inclán de Mollendo, hasta 1993.
En 1994, el entonces administrador de Melgar, Alejandro Tapia, le propone volver al equipo. El defensa regresa y se pone las órdenes de Fredy Bustamante, quien lo hace debutar contra Alianza Lima.
Paúl inició con pie derecho su participación en el fútbol profesional y empezó a tomar protagonismo en el equipo, pero la inmadurez lo llevó a cometer varios errores.
“Salía a divertirme a discotecas, a buscar mujeres y tomaba mucho; en ese entonces ya tenía 22 años. También empecé a acudir a los casinos”, evoca con cierta resignación.
Durante su periodo en FBC Melgar (1994- 2000), Fuentes Pérez tuvo a varios técnicos, asegura que aprendió mucho del entrenador colombiano Álvaro de Jesús Gómez, así como también de Fredy Ternero, quien sabía de su problema con la ludopatía.
Pese a tener la confianza de casi todos los técnicos, Fuentes seguía por los malos pasos y sacan del club hasta en tres oportunidades.
“Me botaron varias veces. Una vez me encontraron en una discoteca, pero pasaban algunos meses y Alejandro Tapia me a llamaba para volver al equipo”.
Era ya conocido. Pese a sus condiciones y futuro prometedor, Paúl seguía llevando una vida desordenada a pesar que se le dio varias oportunidades de salir adelante y hasta tuvo la oportunidad de ser convocado a la Selección Peruana que participó en la Copa América de 1997, pero no lo supo aprovechar.
“En 1998 Fredy Ternero me da la última oportunidad, me dijo que hubiera podido ser el lateral de la selección en la Copa América del 97. Me preguntó en que pensaba, qué quería de la vida. Yo le agradecí por la oportunidad, intenté, pero ya no fue igual, ya no tuve la continuidad de antes, era el inicio de mi fin en el FBC Melgar”
En el año 2000, sumergido aún en el alcoholismo y ludopatía, lo que menos quería era volver a jugar. Sin embargo, pareciera que su destino era el fútbol, en ese año Fredy Bustamante lo coloca en el Alfonso Ugarte de Puno, equipo en el que jugó hasta el 2005
En el 2007, con 34 años de edad, (en la que sería su última oportunidad) el Total Clean, equipo que estaba en la profesional, y que tenía como entrenador a Luis “Puchito” Flores, quien pide a la directiva que haga un contrato, pero “Puchito” es reemplazado por Edgar Ospina, quien no le toma en cuenta, era el fin de su carrera futbolística y fue el detonante para que el jugador se refugie más en el alcohol y el casino
“Fue una decepción bien grande porque yo quería demostrarle a mi hijo Paolo que nunca es tarde para nada, pero al contarle que ya no estaría en el fútbol se puso a llorar”, cuenta Paúl Fuentes y suspira y baja la cabeza al recordar
Sin ninguna nueva oportunidad en el fútbol, el alcoholismo y sobre todo la adicción al casino se apoderaron de él, vicios que no solo los llevaron hasta la lona, sino a perder a su familia.
“Perdí a mi primera familia, mi matrimonio, a mi esposa, que me dio dos grandes hijos. Perdí a muchas personas que creían en mí y eso duele”, confianza entre lágrimas el exfutbolista.
Por si esto fuera poco, quizás el dolor más duro que le tocó vivir y le hizo dar un giro a su vida fue la muerte de su padre, don Guillermo Fuentes (exjugador del FBC Melgar).
“La muerte de mi padre me ha hecho cambiar en muchas cosas, una de ellas es dejar el vicio del casino. Yo le prometí el día de su entierro de que nunca más entraría a un casino y desde entonces gracias a dios no he vuelto a pisar un casino”, confiesa.
Hoy, a sus 43 años de edad, busca volver a tener y fortalecer a la familia que siempre soñó, quiere darles seguridad y sobre todo tiempo, ese tiempo que desaprovechó por sus errores.
Ahora el exfutbolista incursiona en el mundo empresarial. En sociedad con su hijo Paolo (quien juega en la reserva del FBC Melgar) abrieron un restaurante de parrillas llamado “El Parrillero”, ubicado en la Av. Dolores, y también trabaja en un proyecto de instalar una empresa de eventos.
“Me animé a contar todo esto para darles un mensaje a los jóvenes, que no se dejen de llevar por las cosas simples, que piensen en su futuro y sepan aprovechar las oportunidades que les da la vida”, concluye.
Paúl Fuentes es de los que cree que la vida te da más de una oportunidad, por ahora solo le pide a Dios que le de tranquilidad para poder llevar de la mejor manera a su familia. Una familia que aún espera mucho más de él.
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